Hace un par de semanas, repasando un examen de Música con la niña, respondimos a las preguntas que previamente le habían dicho que entrarían en el examen. La primera pregunta era definir el canto gregoriano. Lo curioso es que dentro de la definición había varios conceptos implícitos que no estaban desarrollados.
Antes de repasar algo, antes de poner en palabras lo que estamos haciendo, siempre intento hacer pensar sobre lo que se va a poner. Primero para saber si se entiende lo que se pone y segundo porque considero que la única manera de aprender algo es explicándolo con tus propias palabras.
Así que cuando estábamos definiendo le pregunté qué significaban los otros dos conceptos que estaban implícitos en la definición. A lo que ella me respondió "Pero eso no te lo pregunta". Lo cierto es que razón no la faltaba pero seguía sin poder dar sentido a lo que conlleva el concepto en sí. Algo que para mí era más importante que la pregunta en sí.
Esto me dio que pensar porque normalmente estamos acostumbrados a responder de manera escueta cuando nos preguntan sobre un concepto que puede ser más o menos subjetivo pero que no deja de estar influido por otros conceptos y darle un sentido u otro depende de quién responda a la pregunta.
Por ejemplo, en ese caso la respuesta de la niña eran 2 líneas y la que pusimos finalmente eran más. La suya se limitaba a copiar la definición que venía en el libro de texto (como si fuese el que marca la directrices y no puedes salir de ahí) y la que elaboramos entre las dos incluía cuestiones que iban más allá de la propia definición, es decir, tenía más información que la definición que proponía el libro.
Para mí, eso es uno de los grandes problemas en educación, los libros de texto. No sólo el recurso en sí que me parece una manera absurda de perder dinero porque no me parece normal que se cambien tan a la ligera en tan poco tiempo, sin cambiar más que los colores... Sino que parece que los libro se han convertido en un recurso esencial en educación, sin el cuál el profesor se encuentra perdido, al igual que las familias y los alumnos.
Es como si no pudieras pensar, reflexionar o explicar los contenidos sin un libro de texto. Para mí, no tienen ningún tipo de validez educativo más allá de proponer actividades que se encuentran a un cierto nivel que se asume que tienen todos los niños a esa edad. Eso es mucho asumir. Pero bueno, esa es sólo mi opinión.
En la sesión del lunes de ADP, estuvimos tratando en mayor o menor medida este tipo de cuestiones que van más allá de los contenidos, de las metodologías y de los recursos de los que dispone la escuela. Trabajamos sobre cuestiones relacionadas con las diferentes maneras de entender el aprendizaje en función de los paradigmas educativos que existen. El hecho de que exista diversidad de paradigmas no quiere decir que unos sean mejores que otros, simplemente son diferentes.
Además, uno de los aspectos que creo que es muy importante a la hora de dar valor a la educación en general y a la profesión docente en particular, es que parece que todo el mundo tiene derecho a opinar sobre educación sin saber realmente lo que es. Para mí, la educación no es juguete que cuando no funciona se debe tirar y comprar otro y echar la culpa a quien ha construido el juguete o a quien ha jugado con él.
No sé qué día de esta semana, leí un artículo que una profesora de secundaria había escrito sobre un anuncio que una famosa empresa de muebles que habla sobre los deberes, entre otros temas de educación. El artículo no tiene desperdicio, pero lo que más me llama la atención del anuncio es que una empresa que hace muebles, y que ni siquiera es de este país, opinando sobre la educación. Y me pareció el colmo de los colmos.
Me pareció gracioso la primera vez que lo vi pero cuando me planteé el sentido que tenía ese anuncio, lo que transmitía directa e indirectamente me di cuenta de que no era más que otra institución o empresa subiéndose al carro de lo que se entiende en este país por educación. "Los profesores son los mejores pagados", "A las 14:00 dejan de trabajar", "Se cogen todos los puentes", "Tienen 3 meses de vacaciones". A mí que me digan de dónde se sacan esa información porque no conozco a ningún profesor que haga eso.
Me parece de risa que todo el mundo se haga como que sabe de educación. Todos hemos sido alumnos, pero eso no hace que sepamos sobre educación. Estoy de acuerdo en que tanto la educación como la sanidad son los pilares más importantes, pero no se trata igualmente a un médico que a un profesor. Y eso me molesta.
Acorde con esto, hay profesores que se consideran "antipedagogos". Como si un profesor, o cualquier persona, pudiese enseñar algo sin pedagogía. Por cierto, la RAE denomina pedagogía como:
1. f. Ciencia que se ocupa de la educación y la enseñanza.
2. f. En general, lo que enseña y educa por doctrina o ejemplos.
Según lo que yo entiendo por pedagogía, un profesor no puede ser "antipedagogo", ni ninguna persona que enseñe porque aunque no tengamos un título acreditativo todos podemos y hemos enseñado algo de una manera o de otra. Cómo se enseñe o eduque es otra cosa, pero creo que todos en algún momento hemos enseñado algo aunque no tengamos conocimientos en pedagogía. Si tuviéramos esos conocimientos en pedagogía lo haríamos de otra manera o no, pero tendríamos más información al respecto.
A lo que iba es que es imposible que un profesor, o cualquier persona, sea "antipedagogo". Otra cosa es lo que se entienda por pedagogía. Y más entendiendo que los que se autodenominan "antipedagogos" defienden una enseñanza tradicional en el que es el profesor quien ostenta el saber y los alumnos tienen que aprender de él. Eso no deja de ser una pedagogía.
Ser "antipedagogo" no implica defender una visión más conductista de la educación, al menos no para mí. No hay pedagogías buenas ni pedagogías malas, son buenas o malas en función de quién las mire.
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