Hace casi 2 años empecé mi primera beca de investigación. No sabía mucho sobre el tema pero me resultó muy básico a simple vista, luego la cosa se complicó. Tampoco tuve mucho tiempo para leer las investigaciones que se habían realizado sobre el burnout en profesores, pero con 3 o 4 fui haciéndome a la idea de lo que más o menos podría implicar y significar. Con eso poco que sabía me iba defendiendo.
El problema vino después de leer más investigaciones porque me di cuenta de que era muchísimo más complejo de lo que me imagina inicialmente. Cada lectura nueva aportaba información novedosa respecto a la idea que tenía al principio y eso me descolocaba mucho. Leí mucho y relativamente todo parecía tener sentido individualmente pero cuando intenté juntarlo en mi TFG (una revisión teórica sobre el síndrome y sobre las investigaciones en diferentes niveles del contexto educativo), surgieron muchas muchas muchas muchas dudas sobre la posición en la que me encontraba respecto a lo que había leído.
La mayoría de las investigaciones sobre burnout están basadas en cuestionarios como el de Farber o el de Maslach que se encargan de medir una serie de factores que se relacionan con el desarrollo del síndrome (desarrollo unidireccional, si es que eso existe). A partir de esos datos obtenidos se consigue una especie de imagen estática de cómo se encuentra la persona en cuestión en cuanto a su desempeño profesional.
Para mí este tipo de entrevistas carecen de importancia si no se acompañan de una reflexión personal, es decir, de que me sirve saber que no me siento desarrollada profesionalmente en mi trabajo si no sé cómo cambiarlo. Con esto no quiero decir que otro tipo de entrevistas más cualitativas estén focalizadas en dirigir o enseñar a alguien a cómo gestionarse la manera que tiene de enfrentarse a sus problemas, sino que un clima de reflexión favorece la toma de decisiones y permite ser más consciente de lo que uno piensa en un momento concreto. Esa necesidad de procesar y de aprender de las experiencias que has vivido.
En total hice 4 entrevistas, cada una diferente a la otra en cuanto a contenido y en cuanto a la manera de contar su desarrollo profesional. Para mí, la pregunta más importante de la entrevista es cómo afrontan los incidentes críticos y los fracasos laborales porque creo que la clave para no "quemarse" laboralmente está precisamente en las estrategias de afrontamiento que tenemos.
Al principio sí que somos más conscientes de estas situaciones, sobre todo de los incidentes críticos pero cuando se repiten a lo largo del tiempo empezamos a automatizar la manera de afrontarlos. Puede ser que la estrategia te ayude a evitar ese conflicto y puedas erradicarlo o puede ser que la estrategia no funcione y el conflicto se repita una y otra vez, provocando que tu interpretación de la situación ya no sea de incidente crítico sino de un fracaso laboral. La situación sigue siendo la misma, o a ti te lo parece, pero tú no lo afrontas de la misma manera.
Eso precisamente me pasó el lunes. Es curioso porque en la sesión de ADP estuvimos tratando el tema de una situación en la que el profesor enseña algo que no sabe y las estrategias de afrontamiento que puede utilizar: puede que finja saber del tema (porque se supone que es un experto) o dar una mayor responsabilidad a los alumnos en la clase y facilitar y desarrollar estrategias de investigación e indagación.
Personalmente, como estudiante y como profesora me identifico con la segunda estrategia: primero porque soy muy escéptica respecto a que alguien sea experto en algo, segundo porque creo que el profesor no es el único que sabe y tercero porque creo que igual que el profesor finge saber algo, el alumno también puede fingir no saberlo. Quiero decir, un profesor se adapta a un alumno de la misma manera que un alumno se adapta a un profesor, en la manera que actúe uno va a actuar el otro, o al menos yo lo hago. Además, hay más personas alrededor como el resto de alumnos y el resto de profesores que también influye en la relación entre profesor y alumno.
El caso es que en la sesión siguiente no me gustó una situación concreta y mi manera de afrontarlo fue enfadarme conmigo misma. No iba, ni voy, a conseguir nada contándolo y eso me molestaba. Independientemente de las causas por las que me molestó la situación (tampoco era la primera vez que me sentía así, y supongo que no será la última), tenía que afrontarlo de alguna manera.
Cuando estoy cabreada me da por hablar con la gente, no soy una persona que hable mucho, prefiero escribir, pero cuando estoy enfadada tengo que contárselo a alguien. Después de contarlo, antes me ayudaba hacer ejercicio físico intenso, pero como ya no puedo hacerlo he tenido que buscar otras estrategias como pintar, caminar sin un rumbo fijo, juegos, romper hojas (y si son de asignaturas que no me gustan mejor que mejor)...
Por suerte o por desgracia no me duran mucho los enfados, así que el martes por la mañana como tenía que hacer recados cerca de la Universidad, me fui a dar una vuelta. Al ir fui por donde sabía ir. El primer recado lo hice rápido y el tercero también. Pero el segundo me costó más porque no sabía lo que tenía que hacer y no era complicado: quería imprimir unos apuntes. Por el camino, descubrí una biblioteca muy grande que han hecho en la universidad, no sabía siquiera donde estaba. Además para imprimir tenía que tener una tarjeta diferente a la que tengo de la universidad y hacer un par de cosas más. Pero como no me corría prisa, cuando conseguí imprimir me volví al despacho por otro camino diferente por el que nunca había ido. Y llegué.
Creo que eso es una asignatura pendiente para todos; asumimos que siempre vamos a actuar de la misma manera ante las mismas situaciones, pero ni la situación es la misma, no la persona es la misma, o al menos sería peligroso que lo fuera. Pero para eso hay que pensar en ello, no dejar pasar el tiempo sino aprovechar esos momentos disruptivos para aprender de ellos.
Hola
ResponderEliminarUno de mis pasatiempos preferidos (aunque requieren tiempo) es probar nuevas rutas (andando o en coche) para explorar, sorprenderme, tener nuevas opciones, comprobar qué rutas son mejores, o simplemente practicar esto de "orientarse" en un entorno desconocido, poco conocido o menos conocido que los habituales. Es interesante también para romper rutinas. No es lo mismo hacerlo voluntariamente que forzadamente, pero al menos, las habilidades de orientarse y explorar si se practican, vienen bien cuando se necesitan.
Me alegro de que hayas descubierto el CRAI, no está mal ,) creo que llevará dos años, no recurdo cuando se inauguró. No mucho todavía, comparado con el edificio que tiene enfrente.
me gustó eso de los alumnos que fingen no saber, en función del profesor o la relación mantenida, ja... como la vida misma
Un saludo
Alejandro
Hola
ResponderEliminarDesde que era pequeña nos íbamos mi padre y yo a lo que llamábamos "la aventura", coger el coche e ir decidiendo qué direcciones tomar. Era divertido, sobre todo la vuelta porque teníamos que ir "reorientándonos" y recordando el camino que habíamos recorrido antes para poder llegar a casa. Antes no había GPS, por lo que estábamos muy pendientes de no perdernos y saber el camino de vuelta.¡Qué recuerdos!
Y lo de fingir no saber como alumna no es más que una estrategia que aprendí y perfeccioné el año pasado. Lo malo es qu este año no tengo a Iván a mi lado para molestarle mientras explica. Pobrecito, lo que me sufrió el año pasadi sobre todo.
Gracias por comentar.
;)