Llevo unas semanas pensando en cómo me comporto en cada una de las asignaturas del máster y me he dado cuenta de que en ciertas ocasiones me aburro mucho. Hay asignaturas en las que me pasa eso desde el principio de curso y otras que no es habitual que me aburra. Creía que era por el hecho de quién impartía la clase pero ayer me di cuenta de que era el cómo la dan.
Siempre que doy clase le doy muchas vueltas a cómo dar los contenidos y para ello tengo que tener en cuenta los diferentes tipos de aprendizaje que hay, los aprendizajes que priorizan las personas con las que voy a trabajar y cómo puedo aplicarlo a ciertas cuestiones que quiero trabajar de manera específica.
La sesión de ayer de ADP fue... aburrida en general. Reconozco que no me gustó primero porque para mí el aprendizaje es un concepto muy complejo y subjetivo y segundo porque era una clase magistral, o al menos la entendí como tal.
Aprender es un concepto tan tan abierto que no se puede contextualizar en el ámbito educativo o en un ámbito en concreto. Si no aprendes nada, estás perdido. Otra cosa es cómo lo aprendas y para ello hay diferentes tipos de aprendizajes que se encuentran influidos por el contexto en el que surgen.
Ayer le puse nombre oficial a cómo aprendo yo, aprendo conectando, porque mi manera de aprender es estableciendo conexiones, entre lo que creo saber y la información nueva, entre lo que pienso saber y lo que piensan otros. Es precisamente en ese concepto que tengo del aprendizaje en el que los tipos de aprendizaje se influyen unos a otros.
Por ejemplo, en la carrera tenía un asignatura que era didáctica de las matemáticas. Había varias estrategias para resolver un problema y a la hora de explicar cómo resolvías el problema tenías que especificar que estrategia estabas utilizando. Sinceramente era lo que más me costaba porque conectaba unas estrategias con otras y no era capaz de decantarme por una o por otra.
Sabiendo que mi manera de aprender está influido por las conexiones que establezco entiendo que ese aprendizaje es situado en la medida en la que está contextualizado en un momento concreto y también es un aprendizaje significativo porque yo soy quien le da sentido y quien aporta un nuevo valor a lo que estoy haciendo.
El principio de la sesión no estuvo mal pero el resto fue muy limitante, al menos tal y como entiendo yo el aprendizaje, porque la manera de enseñar más transmisiva por parte del profesor y más pasiva por parte del alumno choca mucho con lo que hicimos otros días. Incluso fuera de esa asignatura.
Algo que me dio que pensar sobre cómo estaba entiendo y sintiéndome a lo largo de la sesión en comparación con otros días y qué estaba influyendo en eso: la relación que tuviera con el profesor, la manera en la que estaba explicando, la diferencia entre mis conexiones de lo que implica aprender en comparación con lo que estaba explicando, el hecho de que no pudiera concentrarme porque algo me preocupaba fuera del máster, los cambios en mi manera de atender a la asignatura o no, los procesos de conexión, desconexión y reconexión por los que pasé a lo largo de la sesión...
Volviendo a los tipos de aprendizaje y a los paradigmas educativos, pienso que cualquier aprendizaje es situado porque no puedes entender el paradigma conductual sin saber los motivos por los que surgió. Creo que es necesario saber el significado que tenían los aprendizajes que surgieron en ese momento para comprenderlos totalmente.
Mi manera de clasificar y dar sentido a lo que yo entiendo por aprendizajes es muy diferente a la planteada en la sesión de ayer en función de los paradigmas y de las actuales tendencias en el aprendizaje. La manera de estructurarlas era diferente pero en cuanto a contenido era igual. Y eso me produjo un desajuste en mi concepto y mis conexiones entre los distintos tipos de aprendizaje.
Uno de los aspectos que mencionaba antes sobre el aprendizaje es que es subjetivo y para mí es una de las grandes ventajas del aprendizaje. Todos hemos aprendido algo y sabemos explicar, en mayor o menor medida cómo aprendemos, independientemente del nombre que le asignemos, pero somos capaces de hacerlo. El nombre es lo de menos, al menos para mí.
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