Hace unos meses, estudiando con mi niña para un examen de Música, estábamos respondiendo a las preguntas. Las respondía ella mientras observaba lo que respondía y cómo lo estaba respondiendo.
En la primera pregunta, se pedía que explicara lo que es el canto gregoriano. Ella lo entendió como dar una definición, la que daba el libro, y así lo hizo. Cuando quiso ponerse a responder a la siguiente pregunta, le pregunté qué significaba un concepto que estaba implícito en la definición y para mi sorpresa me dijo que eso no había que explicarlo porque no lo pedía el enunciado de la pregunta.
Buena contestación pero no a la pregunta que le había planteado. Insistiendo le volví a preguntar sobre qué significaba y se puso a buscar. Tras encontrarlo, supimos a lo que se refería. Y su duda fue qué incluir en la respuesta; el concepto o el significado de concepto. Decidió hacer una pequeña puntualización de cada concepto que fue apareciendo.
De entrada, preguntarle sobre esos conceptos que estaban implícitos dentro de la definición que había dado inicialmente le hizo pensar sobre ello y de ahí tomar la decisión de ir más allá de la definición del libro de tal modo que entendiera lo que estaba explicando.
A lo largo de estos meses, hemos ido trabajando en este tipo de conceptos que tienen conceptos implícitos y sobre todo porque es capaz de entenderlos y darles sentido, e incluso elaborar sus propios conceptos a partir de los aparecen en el libro o en los apuntes que le proporcionan los profesores.
La primera vez que estuve en la asignatura de Counselling fue hace un par de años, cuando estaba en la carrera y el modelo que estuvimos viendo esta semana no era nuevo para mí, de hecho me he dado cuenta de que no lo entiendo igual ahora que antes, al menos no le doy el mismo significado que cuando lo vi por primera vez, sobre todo porque creo que estoy en una posición diferente para entenderlo y dotarle de sentido que años atrás. Y eso es algo que variará con el tiempo, pero principalmente por mí.
En mi experiencia anterior, estaba trabajando cuestiones relacionadas con el nivel de detalle a la hora de explorar en el ámbito educativo. No deja de ser un ejemplo de una exploración sobre cómo se organiza para aprender algo y para darle un sentido u otro.
Para explorar lo que McWhirter puede considerar como asuntos, inquietudes o crisis desde un punto de vista educativo, es esencial que aquellos que se aprenden sean conscientes de que están aprendiendo, al menos para mí la clave es esa. Para mí una evidencia de que se está aprendiendo es ser capaz de ir más allá de un libro, de un punto de vista, de una perspectiva, de una concepción "objetiva" de un hecho y comenzar a construir tus propias concepciones.
Por ello, para comprender los asuntos, las inquietudes y las crisis se pueden utilizar varios niveles de exploración que tienen como objetivo obtener la mayor cantidad de información relativa al caso en concreto.
Quizá sea porque ya tengo muy interiorizado y asumido el modelo de exploración por haber participado directa o indirectamente en dicho él, ya sea conmigo misma o con otra persona, pero durante las sesiones de esta semana, he notado que me ha resultado relativamente fácil el modelo, aunque es cierto que hace unos años no habíamos entrado en las conexiones entre las equivalencias complejas y las inferencias y en su influencia en los juicios.
Los juicios suelen ser o están influídos y contextualizados en las creencias, los valores, las interpretaciones, las expectativas y los ámbitos sociales más cercanos en los que se desarrolla la persona: familia, amigos, pareja sentimental, compañeros de trabajo, figuras de referencia, personas consolidadas socialmente, etc... Se tiende a pensar que los juicios son estables e inmutables pero normalmente no ocurre así.
De hecho, el otro día leyendo sobre aprendizaje transformacional a lo largo de la vida, explicaban que la mayor parte de los cambios por los que pasamos en nuestra vida las realizamos intuitivamente y no como consecuencia de un proceso de reflexión crítica. Lo que nos puede llevar a construir juicios inestables que no solemos ser conscientes de que los tenemos hasta que los exteriorizamos. En la asignatura de Psicología Social lo denominábamos disonancias cognitivas y se relacionaban justamente con las dificultades de interpretar la realidad. Se produce una alteración entre lo que sentimos o pensamos y nuestro comportamiento.
Para mí, este tipo de situaciones en los que actúas de una manera diferente a la que piensas o sientes es un síntoma de un juicio inestable. Gracias a eso, podemos contextualizar el asunto (nivel de detalle), conocer el alcance y la influencia de la experiencia (nivel de ámbito) y establecer los significados y las relaciones de los elementos implicados en el caso (nivel de conexión).
Tenemos y elaboramos juicios constantemente, pero no todos los afrontamos de la misma manera ya que no siempre contamos con la suficiente información como para poder indagar en ellos. Al tratarse de ciertos juicios que se encuentran contextualizados en ámbitos tan personales y a veces inaccesible hace que trabajar con ello sea más complicado de lo que parece a simple vista.
Hay juicios más estables que otros, más duraderos que otros, más fuertes que otros, más explorables que otros, más inaccesibles que otros porque justamente desmontan nuestra manera de entender el mundo en cuanto a relaciones sociales, a cómo me sitúo yo dentro del mundo, cómo me influye a la hora de relacionarme con las personas, a cómo me defino yo como persona en cada ámbito de mi vida. Es ese cambio, ese desequilibrio que se puede generar o esa manera que tenemos de percibir, afrontar, dar sentido e interpretar el cambio el que nos permite o nos limita a la hora de trabajar con el juicio.
No sé hasta qué punto los juicios son irracionales o tienen una base racional inicial a partir del cual se va construyendo el juicio desde los modelos que asumimos como propios pero que generalmente son aprendidos y considerados como inmutables e inaccesibles y se pueda interpretar que un cambio de esos juicios conlleve dejar de ser quien uno es, asumiendo que uno siempre será como es y como ha sido.
Los juicios suelen ser o están influídos y contextualizados en las creencias, los valores, las interpretaciones, las expectativas y los ámbitos sociales más cercanos en los que se desarrolla la persona: familia, amigos, pareja sentimental, compañeros de trabajo, figuras de referencia, personas consolidadas socialmente, etc... Se tiende a pensar que los juicios son estables e inmutables pero normalmente no ocurre así.
De hecho, el otro día leyendo sobre aprendizaje transformacional a lo largo de la vida, explicaban que la mayor parte de los cambios por los que pasamos en nuestra vida las realizamos intuitivamente y no como consecuencia de un proceso de reflexión crítica. Lo que nos puede llevar a construir juicios inestables que no solemos ser conscientes de que los tenemos hasta que los exteriorizamos. En la asignatura de Psicología Social lo denominábamos disonancias cognitivas y se relacionaban justamente con las dificultades de interpretar la realidad. Se produce una alteración entre lo que sentimos o pensamos y nuestro comportamiento.
Para mí, este tipo de situaciones en los que actúas de una manera diferente a la que piensas o sientes es un síntoma de un juicio inestable. Gracias a eso, podemos contextualizar el asunto (nivel de detalle), conocer el alcance y la influencia de la experiencia (nivel de ámbito) y establecer los significados y las relaciones de los elementos implicados en el caso (nivel de conexión).
Tenemos y elaboramos juicios constantemente, pero no todos los afrontamos de la misma manera ya que no siempre contamos con la suficiente información como para poder indagar en ellos. Al tratarse de ciertos juicios que se encuentran contextualizados en ámbitos tan personales y a veces inaccesible hace que trabajar con ello sea más complicado de lo que parece a simple vista.
Hay juicios más estables que otros, más duraderos que otros, más fuertes que otros, más explorables que otros, más inaccesibles que otros porque justamente desmontan nuestra manera de entender el mundo en cuanto a relaciones sociales, a cómo me sitúo yo dentro del mundo, cómo me influye a la hora de relacionarme con las personas, a cómo me defino yo como persona en cada ámbito de mi vida. Es ese cambio, ese desequilibrio que se puede generar o esa manera que tenemos de percibir, afrontar, dar sentido e interpretar el cambio el que nos permite o nos limita a la hora de trabajar con el juicio.
No sé hasta qué punto los juicios son irracionales o tienen una base racional inicial a partir del cual se va construyendo el juicio desde los modelos que asumimos como propios pero que generalmente son aprendidos y considerados como inmutables e inaccesibles y se pueda interpretar que un cambio de esos juicios conlleve dejar de ser quien uno es, asumiendo que uno siempre será como es y como ha sido.