viernes, 14 de abril de 2017

Fracasos que se convierten en experiencias generativas



Hace un par de semanas viví lo que interpreté, durante y sobre todo después, como un fracaso no sólo profesional sino personal. Es curioso porque sufrí y padecí la situación como si fuera algo negativo, al menos más de lo que realmente fue, lo que sin duda fui consciente mucho después.

No era la primera vez que no conseguía mantener en silencio una clase, pero en las anteriores ocasiones había logrado que su actitud cambiara con la mía. Además lo había hecho yo sola, sin que ningún otro profesor tuviera que ayudarme. Algo que no pasó esa vez y quizá por eso me lo tomé más a lo personal y le di más relevancia de la que realmente tenía. 

Me enfadé conmigo misma por muchas razones: no ser capaz de calmar al grupo, tener la sensación de que me estaban vacilando y no poder haber hecho nada al respecto, utilizar castigos con los que no estoy de acuerdo como profesora, no haber sido capaz de controlarme a mí misma ante ese tipo de situaciones, que me llamaran la atención directa e indirectamente y haber salido de la clase de la forma en la que lo hice.

Salí de clase porque fue la única opción que me planteaba en ese momento, y actué como actué por la misma razón. A partir de ahí decidí actuar de otra manera, evitando esas situaciones. Durante las siguientes sesiones no estaba en clase a no ser que estuviera alguien. Aquella vez no fue la única que estaba sola con los chicos pero no quería tener una experiencia similar a la vivida primero porque no sabía conectar con los alumnos, segundo porque tampoco había interactuado mucho con ellos y tercero porque no contaba con los suficientes recursos para hacer frente a esa situación y no estaba dispuesta a exponerme de nuevo.

Había un detalle que pasé por alto: la manera que tenía de calmar al grupo lo había utilizado en Primaria pero no contaba con la experiencia en Secundaria. Pese a ser de 1º la estrategia no funcionó. La siguiente vez que estuve en clase con ese grupo fue diferente tanto por su parte como por la mía. 

De hecho, la última clase a la que fui en las prácticas fue con ese grupo. Y como era mi último día, la profesora propuso que me escribieran una carta de despedida. Me llamó la atención la idea, sobre todo porque algunos dieron su opinión acerca de lo que pasó: unos me pidieron perdón por cómo se comportaron, otros me dijeron que había sido demasiado estricta, otros que les había conocido en un momento malo y el resto, la mayoría, ni siquiera mencionó lo que pasó. 

El motivo principal por el que interpreté el incidente como un fracaso fue por cómo reaccioné durante y después de lo que sucedió. Cuando entró la profesora y les dijo a los alumnos que estaban montando mucho jaleo, asumí la culpa porque entendía que yo era la responsable de lo sucedido y decidí irme. Al principio sólo me fui de la clase pero luego me fui del instituto sin despedirme de la profesora. Me sentí frustrada e impotente al mismo tiempo y necesitaba irme. 

Luego la profesora me llamó para darme las gracias por haber cuidado a la clase y yo la pedí perdón por lo sucedido. Pero aún así, su llamada no me hizo sentir mejor porque sabía que no había actuado correctamente. No sé si tiene sentido el término de "actuar correctamente", actué de la mejor manera que supe en ese momento, otra cosa es cómo evalúe la manera en la que lo hice. 

Pero la evaluación inicial fue muy distinta a la que hago actualmente. Primero porque cuento con más información que antes. Segundo porque el hecho de haberlo vivido me da cierta perspectiva de lo que hice, cómo lo hice y por qué lo hice. Tercero porque eso generó un cambio en mí y en los alumnos. Cuarto porque lo vi como una oportunidad para aprender a utilizar los recursos y aprender nuevos para las siguientes experiencias similares. 

Como me enfadé con ellos porque no se callaban, les mandé copiar aprovechando que estábamos en la biblioteca. Algo que iba en contra de lo que considero que es la educación, pero que hicieron mientras hablaban. Quería que rompieran la hoja pero entró la profesora y no continuamos con lo que estábamos haciendo. 

Para mí lo importante no fue, ni es, encontrar los recursos para solucionar el problema, principalmente porque creo que la base inicial era no tener una relación con los alumnos a partir de la cual trabajar y sentir que no tenía el rol de profesora en ese momento. Sino qué podíamos aprender todos de esa situación, más allá de las percepciones que tuviéramos cada uno de lo que sucedió. Y eso era algo que quería explorar mientras que estaba sucediendo y que hicimos durante esa sesión. No sé hasta qué punto lo conseguimos pero al menos fue un comienzo para analizar este tipo de situaciones.

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