viernes, 26 de mayo de 2017

Simulacro



Lo bueno de aprender es que se aprende aprendiendo. Una persona no puede aprender por ti pero sí puede ayudar, fomentar, desarrollar y/o facilitar el proceso de aprender. Eso lo puede hacer cualquiera, no necesariamente un profesor. Aprender es un proceso natural que todos hacemos con más o menos soltura, seamos conscientes de que lo estamos haciendo o no, estemos solos o no, lo percibamos o no, lo entendamos como aprendizaje o no. 

Eso no quiere decir que estemos aprendiendo constantemente, aunque puede ser muy debatible esta cuestión en función de cómo entendamos el aprendizaje, y no sólo del concepto en sí de aprender sino teniendo en cuenta el tiempo, el espacio, el ritmo, la forma, el modo, los recursos, las capacidades, las habilidades, los aspectos contextuales, con quién se produzca ese aprendizaje, el tipo de aprendizaje, el objetivo que se persiga, la meta, el proceso, los avances, los impedimentos, la estructura, las modificaciones, las transiciones, los momentos de cambio del aprendizaje, la posición en la que se comienza y en la que se termina. ¿Tiene sentido hablar de un aprendizaje que empieza y termina?

No sé en lo que estaba pensando el otro día cuando preparándome las clases se me ocurrió la idea de hacer un simulacro de examen a un chico que doy clases particulares. Normalmente, el motivo por el que doy las clases particulares es porque el rendimiento no es el esperado. Y como el sistema de las calificaciones cuantitativas sirve para puntuar lo que un alumno ha aprendido, o mejor expresado ha sido capaz de plasmar en un examen que generalmente mide los contenidos conceptuales, aprendemos que somos un número y que hay unos por encima y otros por debajo. 

Cuando eres un 8 o 9, estás muy bien pero cuando empiezas a estar por debajo de "lo esperado", de lo lo que es "normal" para tu edad empiezan los problemas. Como si el hecho de tener una edad y pertenecer a un curso determinado te obligase a tener unos ciertos contenidos que se asume de entrada que tienen todos los alumnos que se encuentran en ese curso. Los que están por encima de dicho curso lo saben y los que están por debajo del mismo no. O al menos se asume que es así. 

Es curioso porque cuando uno está en lo esperado, es decir, pertenece al grupo que se considera "normal" es como que está todo bien, al menos aparentemente porque si los demás son así... Pero cuando estás tanto por encima o por debajo, sobre todo este último, se considera que "algo raro está pasando". Algo está pasando porque se sale de lo normal. Algo que por otra parte se asume socialmente que es normal pero eso no quiere decir que sea normal. 

Una de las ventajas de ser profesora, al menos como he aprendido a ser gracias a ciertos profesores de la carrera que he tenido, es que desarrollas la capacidad de aprender aprendiendo de cómo aprendemos. Es algo precioso cuando lo vives  en primera persona y mucho mejor cuando tienes la oportunidad de enseñarlo. Y la docencia  para mí es un espacio que me permite y me permito hacerlo: generalmente de manera implícita pero en algunas lo explicito porque creo que es necesario.

Cuando estaba en las prácticas, la primera vez que pasé un cuestionario que medía la inteligencia general, estaba mirando cómo la chica rellenaba las casillas y cómo resolvía los problemas de matemáticas y de relación de conceptos de lengua. No era consciente de que estuviera haciendo ningún ruido ni afirmación ni negación, hasta que la chica me preguntó que si sabía las respuestas. Le contesté que no lógicamente aunque sí las sabía pero me estaba fijando en las estrategias que estaba utilizando para responder a los ítems. La segunda vez que le pasé el cuestionario me llevé algo para hacer y no estar pendiente de lo que contestara, aunque seguía pendiente de cómo lo hacía porque era clave. Los resultados me daban un poco igual pero me importaba más cómo estaba ella ante la prueba en sí y ante ciertas cuestiones que podían considerarse "difíciles" o más complejas de resolver. 

Fijarme en las estrategias y recursos que tienen los chicos a los que doy clase es algo que suelo hacer porque eso es lo que me permite aprender cómo han aprendido algo y poder trabajar a partir de ahí. Cuando me doy cuenta de ello, les pido que me expliquen lo que han hecho y qué no entienden. Eso de "no entiendo nada" no me vale como explicación, al menos de primeras desconfío de esa respuesta. 

De modo que ahí estaba, haciendo un examen muy similar al que había suspendido el chico y pensando en cómo saldría aquello. Para mí tenía, y sigue teniendo, sentido hacer un simulacro de un examen, sobre todo porque un cosa es que me diga que no se pone nervioso y otra cosa es que se ponga nervioso. Le avisé que íbamos a hacer un simulacro de examen pero no le dije cómo iba a ser el simulacro. Entramos, nos sentamos, le entregué el examen y le dije "ya puedes empezar, cuando termines me avisas". 

La experiencia fue muy buena, al menos disfruté mucho viéndole hacer el examen: cómo variaba el tiempo de trabajo de unos ejercicios a otros, qué hacía cuando no sabía resolver un problema o un ejercicio, cómo me buscaba con la mirada por si yo le decía algo (es curioso porque él tampoco me preguntaba, esperaba que yo le preguntara como de hecho hago en las clases particulares), cómo conectaba y desconectaba del examen, cómo actuaba cuando le miraba y cuando se pensaba que no le miraba... Hasta que me dijo "ya está".

Le dije "perfecto, ahora quiero que señales los ejercicios que más te han costado". Creo que era naranja el color del bolígrafo. Cuando terminó, le dije que señalara los que pensaba que estaban mal con el bolígrafo morado.Hubo dos problemas naranjas y un problema y un ejercicio morado. Uno de los problemas era morado y naranja a la vez. Cuando terminó, le dije "ahora vas a corregir tú tu examen". 

Fuimos ejercicio por ejercicio y le pedí que me explicara lo que había hecho en cada uno. Una de las cosas que más valoro cuando doy clase por la importancia que tiene para el propio proceso de aprendizaje es que uno mismo se dé cuenta de los errores que ha cometido. De ahí que se lo corrija él mismo, aunque supervise y le diga en ocasiones que si está seguro de que está bien. Hay veces que lo está y otras que no. Sobre todo teniendo en cuenta que si duda es porque ahí hay algo que está generando esa duda. 

Cuando terminamos de hacer tanto el examen como la revisión, le pregunté que cuánto tiempo pensaba que había pasado desde que empezó a hacer el examen hasta que hemos terminado de corregirlo.  Pensaba que había pasado mucho menos tiempo del que realmente había pasado. Pero aún así le seguía sobrando tiempo del examen. Algo que le sorprendió. 

Ayer hice otro simulacro con otro chico pero esta vez fue diferente. Siempre va a ser diferente necesariamente, pero en ese caso tuve que trabajar más explícitamente lo que quería trabajar, el sentido que tenía hacer el simulacro. Adopté el rol de profesora cabrona (cabronceta para él) y le dije que ese examen estaba suspenso con un 1. Estaba enfadada primero porque después de dos semanas no se había estudiado las fórmulas del área y del volumen de las figuras geométricas, pese haberle dicho la semana pasada que tendríamos un simulacro para el que tenía que aprenderse las fórmulas para resolverlo. Segundo porque para mí era síntoma de que no se estaba tomando en serio las clases, ni a mí y lo peor para mí era que no lo había hecho ni por él. 

No estoy de acuerdo con la manera de evaluar por medio de un examen y mucho menos de contenidos que por ley se han impuesto este año a alumnos que ni siquiera saben qué es la generatriz, ni la altura ni la apotema ni mucho menos tener una orientación espacial para comprender la geometría espacial con tan sólo 12 años. Ya cuesta horrores entender la diferencia entre los tipos de cuadriláteros, como para complicar más el asunto. 

Pero que no esté de acuerdo con ello no quiere decir que en las clases particulares no me adapte a ese sistema de evaluación, por mucho que lo ponga en duda. Es el que hay. Entiendo que yo puedo hacer parte del aprendizaje pero la parte importante no es algo que dependa de mí. Me puedo sentir frustrada por cómo resolvió e intentó resolver los problemas sin apenas saberse las fórmulas y lo valoro, pero por mucho que me mirara no podía decirle las fórmulas. No podía aprenderme las fórmulas por él, por muy absurdo que vea estudiarme las fórmulas sin entenderlas. 

Entiendo que parte de la nota es mía porque siento que no he sido capaz de hacerle comprender las fórmulas aunque cuando leo el enunciado con él lo comprende mejor, pero yo no voy a poder estar en el examen, aunque lo quisiera y lo prefiriera. Eso tiene que ver con cómo entiendo yo las notas que tienen ellos, lo que daría para otro post. 

No quise echarle la bronca por no haberse estudiado las fórmulas, de eso se había dado cuenta él sólo cuando estaba haciendo el examen. Quise hacerle ver que a las alturas que estamos, cuando apenas quedan 5 días para el examen, aún no se sabe las fórmulas. Pero en esos 5 días sólo tiene que estudiarse 10 fórmulas, de las cuales 2 ya se sabe. Y como estaba de rol cabrona unos ejercicios se los puse como mal porque estaban expresados mal matemáticamente, aunque el resultado estaba bien. 

Tengo que reconocer que el examen que le puse era más difícil del que va a tener, al menos lo hice con esa intención. Espero al menos que el examen no sea tan complicado y largo, aunque no tardó demasiado en hacerlo. Al fin y al cabo era un simulacro. 


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