sábado, 13 de mayo de 2017

El mito de la caverna

Aún recuerdo la clase de Historia de la Filosofía en la que vimos la teoría epistemológica de Platón. En realidad fueron dos sesiones, la primera fue mucho más teórica mientras que la segunda fue muy práctica. Aunque el contenido era el mismo, la manera de trabajarlo hizo que mi percepción e interpretación del propio contenido cambiara. Además, una de las ventajas de repetir curso es que aprendes dos veces de maneras muy distintas. En mi caso, aprendí cuatro, en su momento al menos. 

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La primera sesión se centraba en explicitar la teoría en la que se basaba Platón para explicar la manera en la que obtenemos conocimiento desde un punto de vista teórico. La profesora hacía relaciones con una alegoría que establecía el autor pero priorizaba ante todo que comprendiéramos el sentido que tenía para él pensar de esa manera influenciado por el contexto social, económico, político y temporal en el que Platón desarrolló su teoría. 

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Mientras que la segunda te permitía dar tú tu propio sentido a la teoría que plantaba por medio de una representación gráfica. Ambos contenidos son iguales pero el grado de implicación que tienes en uno y en otro son distintos. 

Para mí, la primera sesión es un ejemplo de lo que significa comprender un hecho mientras que la segunda es cuando aprendes de él. Sin el primer proceso no puedes llevar a cabo el segundo. Son procesos simultáneos en muchas ocasiones pero no consecutivos, que comprendas algo no implica que aprendas de ello.

No tuve demasiado tiempo para escribir estas últimas semanas, ni estos últimos meses. Y eso que para mí el hecho de pararme a escribir se ha convertido en una especie de ritual para llegar a aprender aquello que comprendía en clase, e incluso para comprender aquello que no había sido capaz de comprender en la sesión y reflexionar sobre porqué no había sido capaz de hacerlo. Qué me permite o que me limita comprender algo ¿el grado de implicación que tenga con la asignatura, con el profesor, conmigo misma, las expectativas que tenga sobre mi propio aprendizaje, las expectativas que los demás tengan sobre mí, lo que signifique para aprender eso, el sentido que le dé, cómo sea capaz o no gestionar otros procesos paralelos que me puedan estar afectando a mi manera de comprender y aprender, la relación que tenga con el profesor, con mis compañeros, con el sistema educativo?

Justamente de eso, ser consciente de la influencia de mis recursos y mis limitaciones a la hora de dar sentido a una clase, ya sea como alumna o como profesora, me pasó el lunes. Quería que pasara el suficiente tiempo como para procesar lo que comprendí y aprendí, más a nivel personal que profesional, porque ese mismo día había reaccionado sin haber realizado esos procesos.

En periodos de estrés, suelo reaccionar sin más, quiero decir, no me paro a pensar en si lo que estoy diciendo es realmente lo que pienso o no. Normalmente tiendo a dejarme llevar por mi estado de ánimo y por cómo me encuentro personalmente trabajando con ese tipo de experiencias con las que conecto o me resulta más fácil conectar sin ser consciente de que muchas veces ese estado de ánimo me impide desconectar e influye en cómo me encuentro de dispuesta o no para comprender, aprender y transcender una clase. 

Cuando me pongo a escribir, en el blog sobre todo, también priorizo el cómo me siento yo al exteriorizar lo que siento y en función de eso incluyo dicha información o no.

Pero ese día no lo hice, simplemente reaccioné, sin ser consciente de que estaba reaccionando desde un estado de ánimo desde el que normalmente no suelo reaccionar porque sé que termino arrepintiéndome de haber reaccionado así. Principalmente por mí, y por cómo mi reacción puede afectar a la relación que tengo con otras personas. Por lo que intento ser más distante  de ellas cuando estoy en ese tipo de situaciones de estrés. Al menos lo intento.

El martes seguía inquieta porque en la sesión de counseling del lunes había conectado con una experiencia personal, que por otro lado pensaba que tenía controlada cuando estaba trabajando en la sesión, y no había conseguido desconectar. Me inquietaba no saber porqué no era capaz de desconectarme de esa experiencia y sabía que era porque había pasado algo en la sesión del lunes que me impedía hacerlo, pero no lograba distinguirlo. Sobre todo porque estaba atendiendo al hecho de no ser capaz de desconectar en sí que a identificar lo que había pasado en clase para que yo estableciera esa relación. 

Después de las sesiones, tenemos la oportunidad de rellenar una autoevaluación cualitativa y cuantitativa sobre cómo hemos vivido la sesión en relación a cómo nos hemos sentido con los contenidos, con el trabajo con los compañeros y con nosotros mismos. Mientras la rellenaba sabía que los resultados estaban influenciados por cómo había vivido la situación, de hecho ese es el objetivo, pero mis respuestas no estaban contextualizadas en la sesión en sí, sino en cómo estaba experimentando esa incapacidad de desconectar. No era capaz de objetivar la sesión y eso me molestaba. Pero sabía que ese era el momento en el que normalmente lo hacía y me sentía en la obligación de hacerlo, como si de una rutina se tratase, aunque supiera que no estaba atendiendo a la clase sino a algo que había ocurrido en la clase y que me impedía centrarme en la clase. Por lo que decidí no incluir una descripción que justificaran las puntuaciones anteriores. 

Hablando con una compañera el martes, me comentó que el profesor había escrito en su blog sobre mi evaluación sobre la sesión. Me impactó porque no es algo que suela explicitar y porque en su momento no lo interpreté precisamente bien que me incluyera de una manera que yo percibía como negativa. Además tenía en cuenta la relación que he tenido con ese profesor a lo largo de mi carrera en la universidad y en otros ámbitos además del académico y me resultaba llamativo que no hubiese hablado conmigo directamente sobre el tema. Con lo que mi enfado iba en aumento. 

Como si de un puzzle se tratara empecé a conectar las piezas de mi rompecabezas (casi literal) y empecé a comprender lo que había pasado tanto en la sesión como después y a aprender sobre cómo había llevado a cabo el proceso. Pero no podía atender al proceso estando dentro del mismo porque había cuestiones importantes que no estaba incluyendo y que me limitaban a la hora de comprender lo que ocurría.



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