miércoles, 29 de marzo de 2017

¿Profesor? ¿Maestro? ¿Docente?


Hace unas cuantas semanas estuve haciendo un trabajo en la universidad donde hice el grado. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que estuve allí, al menos más que en los últimos años.

La penúltima vez que estuve fue para defender el TFG y lo cierto es que me parecía un día largo y corto en el tiempo a la vez.

He pasado casi 4 años yendo a esa universidad pero muy pocas veces me sentí sola. Y si lo he estado no me he sentido así.

No sé si es porque ha pasado el tiempo suficiente como para asimilar, entender y concebirme a mí misma como profesora, pero me sentía desubicada. Estaba allí pero no tenía porqué estarlo, lo podíamos haber hecho en otro sitio. Pero esa sensación de no saber qué hacía ahí y por qué me sentía así me alegraba  y entristecía a la vez.

Quizá sea porque siento que estoy en un punto de mi carrera  profesional en la que estoy encontrando mi sitio, mi lugar, mi espacio, mi tiempo, mi futuro. O al menos lo que quiero que sea mi sitio, mi lugar, mi espacio, mi tiempo y mi futuro que será muy diferente, o no, de lo que realmente sea mi sitio, mi lugar, mi espacio, mi tiempo y mi futuro.

En las últimas semanas no he tenido tiempo de escribir, aunque sí he tenido muchas ganas porque para​ mí el hecho de hacerlo significa analizar, revisar, procesar, aprender y comprender lo que hago, el modo en lo hago y el motivo por lo que lo hago.

Lo he ido haciendo pero no de la manera en la que me gustaría haberlo hecho. En parte se debe a falta de tiempo porque he dejado apartadas temporalmente temas que son trasversales a mi formación, o al menos durante este tiempo han sido menos importante.

El lunes, en una sesión de tutoría con los  de 2° de ESO estuvimos viendo los posibles alumnos que podrían ser buenos perfiles para acceder al Programa para la Mejora del Aprendizaje y el Rendimiento. Me llamó la atención que la tutora del grupo de PMAR explicitara que ese tipo de clases, con dinámicas y evaluaciones centradas más en las caracteristicas individuales de cada uno de los alumnos, las daba un maestro.

Me pareció curioso porque justamente nunca he sabido la diferencia entre profesor, maestro y docente. En algunas ocasiones se consideran que son sinónimos en cuanto a que se refieren al mismo profesional, pero en otras se diferencian en quiénes son los alumnos. Por ejemplo, los maestros son de Infantil y Primaria, los profesores de Secundaria y los docentes de Educación superior. Algo que también podría estar relacionado con el reconocimiento social que se tiene de la figura del profesorado en los distintos niveles educativos y/o la categoría que posea. O puede que solo sea una manera de organizar y diferenciar entre estos conceptos.

Etimológicamente entiendo que son diferentes, al menos desde un punto de vista denotativo. A las concepciones que tengamos cada uno... Es otra cosa.

En mi caso, nunca me había parado a pensar en esa distinción principalmente porque los considero sinónimos y me siento identificada con cada uno de ellos en la medida en la que entiendo y concibo lo que es ser profesora.

Indudablemente, no existe un profesor sin sus alumnos pero entiendo que la docencia es distinta en cada curso educativo así como en cada etapa educativa, en cada grupo, en cada curso académico. Entiendo que el hecho de estar en una clase determinada, en la que asumes ciertas premisas, puede ser una limitación a la hora de dar sentido a lo que hago, a cómo me relaciono con los alumnos y sobre todo a cómo soy capaz de unificar de alguna manera ambas cuestiones. Para mí, esa es una de las claves de la docencia, o de cómo la concibo yo en este momento.


sábado, 4 de marzo de 2017

Experiencias paralelas



Ya llevo 3 semanas de prácticas en el instituto y la verdad es que está siendo una experiencia muy diferente tanto con las prácticas de Primaria como con mi propia experiencia en el instituto.


En las prácticas de Primero, la mayoría de las horas las pasaba en la clase, por no decir todas, y casi todo el tiempo estuve con alumnos de la misma edad (4º, 5º y 6º). Aunque las diferencias entre los grupos en cuanto a edad no eran muy grandes, las experiencias en esas tres clases fueron muy distintas en cuanto a la manera de ser y funcionar cada grupo, la relación que establecía cada uno de ellos con la profesora condicionado sobre todo por la manera en la que ella se relacionaba con el grupo. Eso hacía que cada grupo fuera único y que los vínculos que se establecían variaran así como también los conflictos que ocurrían y la manera de resolverse.



A nivel metodológico también había diferencias en la manera de abordar el trabajo, más autónomo o más grupal dependiendo principalmente de cómo funcionaba el grupo y de cómo la profesora entendía que funcionaba y aprendía el grupo. Pero era un proceso mucho más individual, o al menos el que podía ver desde mi posición. No había, ni hay, una hora a la semana para trabajar este tipo de cuestiones, sino que se van trabajando conjuntamente en las clases.



Algo que, sinceramente, no llego a entender porque el ambiente y el clima que se crea tanto en Infantil como en Primaria es mucho más familiar y de acompañamiento por parte de las familias y de los profesores que en etapas educativas superiores, aunque no siempre. Pero suelen ser etapas en las que los alumnos son más vulnerables, sobre todo en edades inferiores, y la implicación del contexto educativo y familiar son los más relevantes y funcionales si la relación entre ambos es positiva, es decir, buscan y tienen un objetivo común.



Con eso no quiero decir que considere negativo el hecho de que los problemas de clase se solucionen en clase, al contrario, pero sí creo que disponer de una hora tanto dentro como fuera del aula para poder debatir ciertas cuestiones relacionadas con aspectos personales, sociales y organizativos es muy importante en cualquier  etapa educativa. Son espacios de reflexión con los alumnos y con los profesores que imparten clase en a ese mismo grupo u otros de su misma edad, que muchas veces no se tienen. 



Parece que ante ese tipo de situaciones más disruptivas el profesor tiene que "demostrar" lo que vale su autoridad y su formación a la hora de gestionarla. Como si estuviese "solo ante el peligro", como si el problema sólo le ocurriera a él y como si tuviera que resolverlo él ahí y ahora, sin esperar a que lo resuelva otro y sin contar con nadie para hacerlo. 



Un aspecto importante a la hora de trabajar y resolver situaciones disruptivas es clarificar si realmente lo es y el grado en el que lo es. ¿Qué es una situación disruptiva? ¿Qué lo diferencia de un incidente crítico? ¿ Qué hace que se más grave: el tipo de comportamientos, la edad de los alumnos, la edad del profesor, la actitud de los alumnos y del profesor, las consecuencias de dicho comportamiento el número de implicados en el conflicto, si ha habido agresiones físicas...? ¿Se actuaría igual con alumnos de otra etapa educativa, de otra cultura o de otra ideología religiosa, moral, política y/o social?


Antes he mencionado el contexto familiar y educativo como los más relevantes, pero hay otros que hay que tener en cuenta, aunque es cierto que en ocasiones los prejuicios y los estereotipos que tengamos producen una falta de comunicación y comprensión entre todos los implicados, algo de lo que no siempre somos conscientes pero que nos condicionan a la hora de entender lo que estamos haciendo y cómo lo hacemos.

Podemos tener cierta predisposición a pensar que por pertenecer a una cultura determinada hablar de algunos temas pueden provocar conflictos de entrada, pero no quiere decir que existan realmente. 

Me llama la atención la manera en la que se resuelve un mismo conflicto en distintas etapas educativas. Por mi experiencia creo que en Primaria el proceso de resolución de conflictos es mucho más secuenciada y guiada por los profesores porque se considera que los alumnos son más vulnerables y faltos de capacidades y habilidades necesarias para resolver este tipo de situaciones, mientras que en Secundaria se asume, y asumen ellos mismos, que los alumnos son más autónomos a la hora de resolver los problemas, aunque la mayoría de las veces lo hacen imitando los modelos que ven. 

En ese sentido, parece que hay una maya protectora en Primaria que se rompe en el momento en el que llegan a Secundaria. Igual en 6º empieza a quebrarse pero sigue habiendo cierta diferencia con cómo entienden grado de autonomía en Secundaria.  En muchas ocasiones creo que el cambio de etapa educativa se asocia obligatoriamente con un cambio de etapa evolutiva. Pero no tiene pro qué ser así.

En el comienzo de la adolescencia cobra mayor importancia la identidad grupal, generalmente, Los intereses individuales se difuminan con los del grupo y se siente una necesidad de formar parte de él, no sólo en la manera de pensar sino de actuar y sentir. La autonomía pasa de estar guiada a estar personalizada y asociada a una falsa responsabilidad. Se comienza a ser responsable de lo que se quiere y no de lo que se es realmente, no se tienen en cuenta todas las responsabilidades, sino aquellas que más le interesan.

La toma de decisiones se convierte en un proceso externo a uno mismo, decide por lo que otros le dicen que podría hacer o lo que creen que sería mejor para ellos según su personalidad, sus gustos  y sus intereses. Pero realmente no están decidiendo ellos, sino que toman la decisión que otros elegirían en su lugar. Es fácil tomar esa decisión porque no requiere de ningún proceso analítico, crítico o reflexivo, aunque la responsabilidad de dichas consecuencias en de uno mismo porque es el que ha elegido esa opción por recomendación de otros. No está siendo realmente autónomo. 

Tal y como entiendo ahora la labor de un orientador es esencial en ese momento porque generalmente vienen buscando una solución mágica que acabe con sus problemas pero no lo encuentran. Pretenden que les digas lo que tienen que hacer, que decidas por ello, porque ellos no saben cómo solucionarlo. No tienen las herramientas y los recursos como para poder poder actuar de manera autónoma y responsable.

Sé que hay profesoras de Primaria que trabajan cuestiones relacionadas con la orientación académica y profesional y de toma de decisiones para evitar justamente esta diferencia entre etapas educativas y favorecer la adquisición de una autonomía responsable.